“Tras la sombra de un balón”
“Bajo la sombra de un balón”
En esos años en que ir a la escuela, para mí, era como un dolor de muela, irme de capiusa y correr tras un balón aliviaba esa tensión.
Jugar fútbol era mi única ambición, aquello alimentaba mi ilusión de verme algún día jugando en un equipo de la liga mayor. Me capiusaba casi todos los días de la escuela y aunque mis primeras maestras pensaban que no sabía leer ni escribir, me dejaban pasar el año, para no tener que lidiar conmigo otro año. Y así entre regaños e ilusiones, iba creciendo a la sombra de un balón.
Cuando me iba de capiusa, siempre tenía una pasta de lustrar zapatos, en el bolsón, para que mi mamá no se diera cuenta de que había estado jugando en vez de estar estudiando.
Recuerdo que los capitanes de los equipos de la clase siempre eran Mauricio Gómez y Nelson Morales, ambos muy habilidosos y eran ellos quienes escogían a sus jugadores, en las chamuscas después de clases. Siempre jugué de volante izquierdo, era muy rápido, nunca fui el hombre gol, pero sabía donde poner el balón para que otro anotara. Aquellos partidos callejero, en los que no había público, ni narradores, menos aún patrocinadores, tenían esa misma emoción, a veces en la locura, uno mismo narraba sus jugadas y celebraba cada gol, como si esta hubiera sido el gol de la definición de la copa del mundo.
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