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“Esos distintivos escolares”

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 “Esas distinciones que recibí en la escuela” No he de negar, que los primeros años de escuela fueron como un verdadero dolor de muela… En aquellos años, cuando los juegos llamaban mi atención, en el que el fútbol era mi pasión, ir a la escuela era como un castigo, más de algún compañero fue testigo de mis capiusas y esas escaramuzas. Aprendí a leer y a escribir muy rápido, incluso antes de empezar las clases, pero no me aplique, porque no le encontraba razón el estar repitiendo la misma lección; me aburría y de repente nadie sabía a donde me había ido yo.  Todo aquello me hizo acreedor a los distintivos con que se etiqueta a quien no es el mejor. Pero yo, ni lento ni perezoso, le arrancaba las hojas a los cuadernos, me capiusaba para irme a lo en verdad me interesaba explorar la naturaleza(en los barrancos) y jugar. Lo de ser zurdo tampoco me vino a ayudar, pues al parecer serlo no iba de acuerdo con la uniformidad. Creo que por no querer tolerarme un año más, mis primeras maestras me

“Cuando las chicas de la Darío fueron campeonas”

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 “Cuando las chicas de la Darío fueron campeonas” En aquella escuelita, se tejieron tantos sueños, con esfuerzos e ilusiones, que aún en las vacaciones no se dejaba de soñar y trabajar para un día cristalizar dichos sueños. De nuestros maestros adquirimos, no solo conocimientos, sino también los cimientos para construir la base de aquellos sueños, así como la inspiración que fortalecía la voluntad y el corazón. Tanto en las clases ordinarias, como en el deporte, el arte, la música, la poesía nuestros maestros nos impulsaban y capacitaban para alcanzar la excelencia. Así fue como en 1982, un grupo de chicas, inspiradas y apoyadas, por la maestra de educación física, seño Andrea Carlota Ortiz de Reyes(quien sustituyó, luego de fallecer a quien fuera la maestra de educación física por muchos años), después de mucho esfuerzo y entrenamiento, incluso fuera de horario, llegaron a ser campeonas a nivel Inter escolar de la republica en mini baloncesto en septiembre de dicho año. Dicho evento t

“Cesar Mesias”

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   “Mi amigo Cesar” Si hay un tesoro en esta vida, que se multiplica  con el tiempo, entre más se da, es el da la amistad, cuando en esta hay lealtad y  una profunda solidaridad. A Cesar Estuardo Mesías Castillo, tengo a toda esta vida de conocerle, pero no me alcanzaría, para agradecerle, el haber acompañado mis juegos y mis ocurrencias, en aquellas cuadras de la Colonia que fueron nuestros campos de recreos y aventuras. Estudiamos en la misma escuela y en la misma clase, más de alguna vez nos capiusamos y nos imaginamos en un campo de fútbol, con público y hasta escuchamos la narración, cuando corríamos detrás de un balón. Y es verdad, con Cesar tengo una deuda, en proporción a su amistad y a su eterna cordialidad... Cuando evocó todos esos recuerdos, me lleno de gratitud y alegría, pues todas esas vivencias no hubieran sido iguales sin su compañía. Pasamos de niños adolescentes y si que éramos dementes, aprendimos a bailar, más de una vez pretendimos conquistar el corazón de una chi

“Incrustada en la memoria”

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   “Incrustada en la memoria…” Hay quienes pusieron la pluma en nuestras manos, para que empezáramos a escribir nuestra propia historia, son las mismas que se quedaron incrustadas en la memoria… Los maestros. Si, a esa mujer la llevo en mi memoria, junto a ella escribir capítulos sublimes de mi historia, la cual iluminó con sus palabras.  Palabras que fueron lecciones de vida, que hasta hoy siguen teniendo vigencia y las cuales se apoyan en la experiencia. A la mamá Rosa(con todo el cariño y respeto) como la llamábamos, es de esas maestras cuya autoridad, no la da la imposición y tiranía, sino ese gran alegría a su vocación. No, yo no tuve elección, fue la vida quien  la puso en mi camino y cambió mi destino, al igual que el de muchos niños a quienes ella en las aulas formó. Rosa Ortiz de Morales, la maestra inolvidable, esa mujer que supo incrustarse en nuestras memorias y en el corazón. Oxwell L’bu copyrights 2023 P.D. Simplemente Miguel… #maestra

“El suéter rojo”

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 “Ese suéter rojo” En esos años, en la Colonia, habían dos escuelas, la Darío González(en jornadas matutinas y vespertina) y la Primero de Julio, que por las tardes se llama Francisco Marroquín, la Adrián Inés Chavez era aún un campo de juego. La alegría de la patojada jugando y retozando, se interrumpida por la escuela. Y allí se veía a los niños por las calles de la colonia, caminando presurosos rumbo a la escuela, unos atravesando los campos polvorosos de fútbol y otros rumbo a la loma. Todos vestidos en blanco y azul, que eran los colores típicos de las escuelas públicas en Guatemala. Eran los años setentas, con todo el colorido de la moda hippie y esa música reflexiva sonando en las radios, tanto en inglés como en español, los jóvenes usando sus pantalones acampanados, a veces exagerados, de cintura baja y las playeras plagadas de leyendas o con dibujos con un Paz y amor. Fue por esos años en que un grupo de maestras de la escuela Darío González, deciden darle un toque diferente,

“Francisco Alfredo Mayen Lu”

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 “Francisco Alfredo Mayen Lu” La nobleza de corazón, no es un título que se posee, es una virtud que se cultiva… Francisco Alfredo, era de esos niños alegres en la escuela, inquieto pero siempre respetuoso de sus maestros y compañeros. El es de esos amigos, que cuando te dan su amistad y te dan la mano ponen el sello de para siempre… Francisco  siempre fue cooperativo y participativo no solo en las actividades escolares, sino también fuera de ellas. Al salir de la primaria de aquella promoción inolvidable de la escuela Darío Gonzales, continuó sus estudios en el instituto Simón Bolívar y años después se graduó de contador. Hace algunos años su esposa fue llamada de este mundo y el continúa profesándole  el mismo amor de siempre, porque en su corazón hay una nobleza que no conoce la tibieza. Oxwell L’bu copyrights 2023  #escueladariogonzalez 

“Silvia Catalina Estevez”

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 “Silvia Catalina Estevez” Aquellos primeros años escolares, marcan la vida, porque es cuando se empiezan a construir los sueños con pedacitos de ilusiones… A Silvia Catalina Estevez, la llamábamos Kathy, era de esas niñas inquietas en la escuela, de las que memorizan la lección y la recitan sin ninguna complicación. Como toda niña, le gustaban jugar con sus compañeras, pero también buscaba la compañía de los varones. Era de los niñas bonitas de la clase, de las que te convencían con una sonrisa y su trato amable.  Siempre andaba corriendo y sus trayéndole momentos a la vida. Oxwell L’bu copyrights 2023 #escueladariogonzale